Joan Manuel Serrat: “Me manejo bastante bien con mis fantasmas”
El cantautor habló con Clarín antes de iniciar, hoy, una serie de shows de celebración de sus 50 años de carrera.
Eduardo Slusarczuk
06/03/15
“Parte del trajín.” Mientras invita a sentarse con elegante gesto, Joan Manuel Serrat enmarca la situación de entrevista a la que se somete con generosidad apenas llegado de Montevideo, donde dio inicio a la gira Antología desordenada, que celebra sus 50 años en la música, y que hoy inaugura su tramo argentino en el Gran Rex.
“A veces es un poco más tranquilo; a veces, no tanto”, agrega el cantautor catalán, que a sus inquietos 71 años acredita sobrada experiencia en la cuestión. Mucha de ella adquirida a lo largo de sus incontables visitas a la Argentina, capítulo esencial de una vida cuyo propietario no tiene en mente cerrar en lo inmediato. Al menos así lo afirmará en la conferencia de prensa que atenderá unas cuantas horas después. “No tengo por el momento ningún plan de dejar de hacer música”, dirá.
Algo parecido a lo que ahora advierte a solas con Clarín. “No tengo ningún interés de tumbarme en un sillón, a mirar cómo pasa la vida. La vida es actividad. Tengo la suerte de tener un oficio que me gusta y con el que me divierto”, dice; y se encarga expresamente de separar los tantos económicos, que probablemente haya resuelto ya hace tiempo, de los más humanos. “No creo que algún artista piense en lo que va a cobrar cuando sube a hacer música. Puede afectar que el lugar esté lleno o que esté vacío, pero no por el dinero”, completa.
Entonces, ¿por qué?
Por esta magia que necesita el artista de comunicarse con la gente; la necesidad de hacer las cosas con otros delante. Esta sensación no aparece cuando te subes a una montaña y pegas un grito. Es algo muy gratificante. De modo que no interviene ningún factor que no sea otro que el placer de hacer algo que uno ama hacer, y con lo que uno es feliz. No hay nada material que pueda compensarlo. Todos trabajamos por un salario, y unos estamos mejor pagos que otros. Pero no pensamos en ello cuando salimos a hacer música.
¿Alguna vez pensaste en que algún trabajo tuyo no tuviera una buena recepción por parte del público?
Creo que eso es algo en lo que pensamos todos. Quizás haya algunos artistas a los que no les importe la reacción de la gente respecto a la obra, aunque soy incrédulo al respecto. En general, a todos nos importa lo que piensen de lo que estamos haciendo. Más, o menos. Y si no tienes la necesidad de plantearte cambiar lo que quieres hacer por lo que otros quieren que tú hagas, eres un hombre afortunado. Y yo lo soy. He hecho siempre las cosas que he querido hacer, como las he querido hacer. Pero las he hecho porque me ha ido bien, también. De todos modos, no sé qué haría si me pidieran que haga otra cosa. No sabría qué hacer.
¿Cómo se evita, en ese panorama afortunado, el riesgo del aburguesamiento y la repetición?
A partir del año siguiente al primero en que tuve éxito, ya me dijeron que me estaba aburguesando. (Risas) Después de 50 años, es un concepto que tengo absolutamente superado. En cuanto a la repetición, es muy difícil que uno no arrastre permanentemente tics del pasado, porque uno es la formación que va recibiendo. Y uno no puede de pronto renunciar a todo lo que es para hacer otra cosa, porque te quedas vacío. Al menos eso es lo que a mí me ocurre. Yo trato primero de divertirme para divertir a los demás, de emocionarme para emocionar a los demás y de hacer las cosas lo mejor que sé y que puedo. Además, no he caído en la neurosis de querer ser diferente a lo que soy. Me manejo bastante bien con mis fantasmas.
Pero lo que sí se encargará de destacar el Nano es la distancia que lo separa del que fue, del que sostiene que guarda un recuerdo cariñoso y con quien admite mantener una gran relación. “Pero decir que soy el mismo de antes sería estúpido. La vida es una combustión, y uno va haciendo el camino a medida que va quemando su combustible. Por lo tanto, decir algo así sería tanto una negación biológica como la evidencia de un fracaso estrepitoso en lo que fui haciendo a lo largo de los años”, sentenciará.
Con el paso del tiempo como eje, surge entonces el misterio de la vigencia y, sobre todo, de la trascendencia de la obra de Serrat, y de su propia presencia a las fronteras generacionales y estilísticas que habitualmente segmentan el mapa musical.
“No tengo ni idea de por qué sucede eso”, reconoce Serrat. Y sigue: “En lo que se refiere a las distintas generaciones existen grandes prejuicios. Tremendos, de parte de los más adultos respecto a las músicas nuevas; y hablo de gente que puede ser tolerante en la literatura o en el cine, pero no en la música. Y lo mismo de parte de los más jóvenes con respecto a lo que algún día, cuando crezcan, escucharán devotamente. No obstante, creo que esas divisiones tienen mucho que ver con la información, que se da muy compartimentada. Existen programas de música para jóvenes. ¿Qué quiere decir eso? A mí, la curiosidad me ha llevado a escuchar de todo.
Será lo que la industria y el mercado decide que sea.
Eso es lo que debería ser dicho: música para ser vendida a jóvenes. Porque posiblemente el público más gastador, el que más invierte en discos o en descargas acostumbra ser un público más joven. Pero también debo decir que la música se va filtrando por ella misma. Las canciones crecen con los años, y el filtro del tiempo es el que dice cuáles son las más valiosas y cuáles las absolutamente prescindibles.
Con la tolerancia como bandera
Siendo un artista que siempre expuso sus posiciones políticas, ¿tuviste que arrepentirte alguna vez de haber apostado a algunas ideas o personajes?
Uno toma decisiones con lo que en ese momento uno cree, piensa y siente. Si las cosas no funcionan de acuerdo a eso, puedo sentirme defraudado con respecto a aquella idea, persona o momento. Pero personalmente estoy de acuerdo con todo lo que hice, porque lo elegí. Jamás me han impuesto decir lo que no quisiera decir, ni hacer lo que no quise hacer.
¿Cuál es tu mirada sobre la actualidad argentina, a la que siempre estuviste tan ligado?
(Serrat amaga con no abordar el tema. Pero cambia sobre la marcha, y responde) Trato de analizar toda situación política desde la tolerancia. Me gusta ponerme en el lugar de quien piensa distinto a mí. Benito Juárez dijo que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Y esto creo que es algo que hay que incorporar a la normalidad política. Discutir sólo con el que piensa igual a uno es socialmente muy empobrecedor.
“Ser poeta, hoy en día, es un acto heroico”
Llevaste a la canción, entre otros poetas, a Machado, Hernández y Benedetti. ¿Cuál es tu mirada sobre aquella producción poética comparada con la actual?
Son tiempos distintos. Ellos responden a épocas muy diferentes y vivieron su dedicación a la poesía de maneras muy distintas. Machado era un maestro que trabajaba constantemente la literatura, moldeándola. Hernández, en cambio, no era un hombre que escribía poesía, era un poema vivo él mismo. Y Benedetti fue un gran militante de la poesía directa, con una capacidad de escribir enorme, que lo aleja, en ese sentido, de la mayoría de esos poetas contemporáneos que se entregan a una escritura muy minuciosa y elaborada. Hoy es imposible vivir de la poesía; el poeta es alguien que escribe sus versos cuando llega a su casa. Ser poeta, hoy en día, es un acto heroico de quien lo hace sin esperar más gratificación que su conmoción personal.
¿Reconocés en vos algún rasgo de los poetas que musicalizaste?
Como persona, cada uno ya tiene bastante con arrastrar lo que es como para cargar con lo de otros. Machado es un personaje con el que tengo muy poco que ver, como individuo. Hernández es un personaje por el que uno siente un afecto inmediato, en el que se mezcla un sentido a veces infantil de las perspectivas con una épica extraordinaria. Y Benedetti era un hombre muy laborioso; y yo también lo soy. Pero escribir canciones es muy diferente que hacer poesía. Es una técnica totalmente distinta. O por lo menos, para no exagerar, algo distinta.
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