jueves, julio 09, 2015

Joan Manuel Serrat: «Creo que la nostalgia no es saludable»

Joan Manuel Serrat: «Creo que la nostalgia no es saludable»


Presenta el viernes en el Auditorio Municipal su ‘Antología desordenada’, el álbum con el que celebra los 50 años de carrera musical
9 julio 2015

Los conciertos de Joan Manuel Serrat en Málaga nunca son tema baladí. La capital de la Costa del Sol fue, junto con Madrid, la primera ciudad fuera de Cataluña que acogió al cantautor. Aquí también aterrizó en avioneta una vez para evitar llegar tarde a una actuación en la Plaza de Toros de La Malagueta y en una playa de Torremolinos le robaron de su coche un cheque de casi un millón de pesetas que cobró tras uno de sus míticos conciertos en el Tívoli. Serrat, el poeta de las pequeñas cosas, está dispuesto a revalidar su idilio con la ciudad el próximo viernes en el Auditorio Municipal, donde presentará su último álbum: ‘Antología desordenada’.

–Su relación con la Costa del Sol, a la que volverá en julio para actuar, es muy especial. Fue en el Palacio Miramar donde dio su primer concierto fuera de Cataluña.

–Antes toqué en Madrid, en la radio, pero como concierto sí, aunque no podemos hablar de concierto porque entonces eran actuaciones de veinticinco o cuarenta minutos, como se acostumbraba en aquella época. Creo que la primera parte la hicieron Los Botines, un grupo capitaneado por quien luego pasó a ser Camilo Sesto. Fue muy agradable porque no era algo habitual que alguien que manejara un repertorio mayoritariamente catalán diera un concierto fuera de Cataluña. Tuve una recepción muy cálida, lo recordaré siempre con mucho cariño.

–A muchos les sorprenderá saber que a finales de los sesenta apareció usted en la Plaza de Toros de La Malagueta tras bajarse de una avioneta que alquiló con tal de intentar llegar a tiempo a su actuación.

–Teníamos ese día dos actuaciones, una en Málaga y otra en Madrid. Y tuvimos la mala fortuna de que el tiempo fue tremendo y nos retrasaron los vuelos. Llegué tarde al concierto de la Plaza de Toros de Málaga y mucho más tarde a la actuación de Madrid.

–Pero lo hizo como una ‘rock star’.

–¿Verdad que sí? Moló mucho, sí (risas). Fue muy divertido. En la avioneta no sólo íbamos nosotros, también el material, así que imagínese con qué material tan reducido debíamos manejarnos en aquella época que cabíamos todos en una avioneta. Recuerdo con mucho cariño al capitán de la avioneta, e incluso la matricula.

Mucho por hacer

–Un 26 de junio de 1971 tocó usted en la mítica sala Barbarela por 200 pesetas, en plena época dorada de Torremolinos. Ahora, después de veinte años de gobierno del PP, un alcalde socialista parece decidido a devolverle el brillo a la localidad. ¿Cómo la recuerda usted?

–Recuerdo esa época con veintipocos años, aquello era el esplendor de la hierba. Pero no tanto por cómo era Torremolinos, sino por cómo era yo. Como dijo un amigo mío en una canción, «no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí», pues eso es un poco lo que ocurre con casi todo. Creo que en aquella época todo empezaba, había mucho por hacer, las cosas tenían un brillo natural, puro y auténtico y luego hay que escoger entre conservar o especular, y hay gente que conserva y gente que especula.

–Pablo Alborán ha sido uno de los colaboradores de ‘Antología desordenada’, el disco con el que celebra los 50 años de carrera. Hace una muy buena revisión de ‘Paraules d’amor’. ¿Cómo lo conoció y qué le gusta del cantante malagueño del momento?

–Pablo no es del momento, lleva ya muchos años con una contundencia en cifras de ventas y de conciertos que hablan por él. No es un artista de hoy, es un artista de hace mucho tiempo y que va a durar mucho tiempo más porque es muy bueno. Me encantó hacer cosas con él. Es muy sensible y al mismo tiempo muy serio y profesional.

–En su actuación del Palacio Miramar de la que hablábamos antes, el repertorio fue casi íntegro en catalán y el público respondió con aplausos y vítores. ¿Qué cree que pasaría ahora si hiciera lo mismo?

–El público se sorprendería por una razón muy clara: porque tengo un repertorio en castellano de hace cuarenta y cinco años. La gente se quedaría un poco acojonada y diría «¿qué le pasa a este hombre?» (risas). Lo sacaría de contexto todo, sería muy raro.

–Hace pocos años, un grupo catalán llamado Manel logró que su segundo disco (íntegro en catalán) alcanzara el número uno de ventas, un mérito que sólo tenían atribuido usted y Lluis Llách. ¿Los conoce?

–Me parece un grupo estupendo. No es el primer caso afortunadamente que esto ocurre, pero me satisface mucho que a estas alturas del partido siga ocurriendo. A mí me emocionó mucho cuando en el 67 lo conseguí con ‘Canço de matinada’, me emocionó cuando el disco ‘Banda sonora d’un temps d’un país’ volvió a ser número uno de ventas y me satisface mucho que Manel también tenga esa satisfacción porque demuestra que esto no debería sorprendernos, sino satisfacernos como país tolerante.

–¿Entonces escucha música catalana actual? Parece ser que desde hace unos años una nueva escena joven vuelve a cantar en catalán con fuerza y sin prejuicios. Usted eso lo viene demostrando desde su etapa en ‘Els setze jutges’, desde aquel ‘La la la’, que luego grabó en varios idiomas.

–Me pasa como con la comida: como de todo y repito de lo que me gusta. Trato de escuchar lo que está a mi alcance, sin excesiva insistencia, pero tengo hijos que me informan de lo que yo no alcanzo a escuchar. Pero siempre ha habido grupos que cantaban en catalán, hubo una época en la que el rock catalán ocupó un espacio muy importante.

–Le han preguntado mucho por la cuestión catalana y usted siempre se ha posicionado a favor del diálogo y del derecho a decir. Pero, ¿cree que con Ada Colau presidiendo el Ajuntament de Barcelona y la posible irrupción de Podemos en el Gobierno se podrá llegar a esa situación?

–Las mayores preocupaciones del Ayuntamiento que preside Ada Colau no son tanto la independencia ni el derecho a decir, sino que se va a preocupar de cosas como los desahucios, las clases más desfavorecidas, los problemas diarios y cotidianos que tienen una gran cantidad de ciudadanos… Creo que es eso lo que va a conducir el pensamiento no sólo de Ada Colau, sino de otros grupos de izquierdas que han accedido a la nueva política que sin duda se está viendo en España.

–Usted que tuvo que pagarse la universidad con becas y cantando, ¿cómo ve la situación del país ahora, al borde de unas nuevas elecciones generales?

–El camino que iniciaron las europeas y continuaron las municipales todavía tiene un recorrido en el que los partidos tradicionales van a tener que aclarar mucho sus posiciones para poder enfrentar lo que se les viene encima, y tiene que ir mucho más allá del maquillaje.

El pasado

–No puedo evitar preguntarle por dos poetas: Antonio Machado y Miguel Hernández. Dice que no puso música a sus canciones con pretensión divulgativa, pero muchos han conocido mejor a estos poetas gracias a usted.

–Siempre digo que hay que descubrirlos en sus libros, no basta con escuchar las ‘Nanas de la cebolla’ o ‘Llantos y coplas a la muerte de Don Guido’ para poder hacerse una mínima idea de lo que son estos poetas. Si yo actué como divulgador, pues… muy feliz, pero realmente no creo que mi divulgación vaya más allá de un acto publicitario entre comillas, divulgador del nombre, no de la poesía. Y si he incitado a la curiosidad para leer sus libros me parece extraordinario, aunque no fue exactamente lo que a mí me motivó a hacer los trabajos, yo tenía una intención mucho menos generosa: pensaba simplemente en escribir con esos textos hermosas canciones.

El cantautor vuelve el viernes a Málaga.
–«A veces, no sé cómo explicarlo bien, ves que el recuerdo tenía una falda plisada y ojos azules, pero no sabes cómo se llamaba», decía en una entrevista al preguntarle por la revisión de las 50 canciones que ha elegido. Sin embargo, se le ve un firme luchador contra la nostalgia.

–Eso es verdad. El recuerdo que te llega de las cosas y de las personas se ajusta a unos detalles determinados que parecerían pequeños o insignificantes respecto a otros. No creo que la nostalgia sea saludable, trato de no fomentarla. Aunque uno no puede huir de la melancolía, lo que sí puede hacer es minimizar los daños, ver las cosas con simpatía, con ternura o algunas incluso con un cierto dolor pero sin ir más allá porque realmente el pasado sólo es una referencia, una fuente de información, que no es poco, pero no es el presente ni el futuro. El presente es lo único que hay y el futuro es donde uno coloca sus expectativas, y luego a ver qué pasa.

–La última vez que estuvo en Málaga fue acompañado de Sabina. ¿Cómo cree que será esta vez?

–Maravilloso. No tengo ninguna duda. Mientras nos acompañe el tiempo, los toros van a embestir. Va a ser una noche hermosa, como han sido en general las noches en las que he podido hacer música en Málaga. En ese sentido estoy tranquilo, me preocupa escoger bien el repertorio. Creo que va a ser uno muy compartido con la gente, como está siendo en todos los sitios.

–¿Habrá sorpresa para los malagueños? Como, por ejemplo, la aparición de Pablo Alborán…

– Creo que no, a mí me gustaría mucho, pero sé que Pablo tiene actuaciones día sí y día también, así que va a ser muy complicado. Pero algún compañero estará conmigo en el escenario, pero hoy lamentablemente no lo puedo contar. No porque no quiera, sino porque no lo sé.

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