sábado, julio 16, 2016

La canción que Serrat dedicó al Tour y que nunca llegó a cantar



La canción que Serrat dedicó al Tour y que nunca llegó a cantar

El cantante siguió la edición de 1984 junto a dos periodistas y pergeñó, junto al escritor colombiano Daniel Samper, la letra de una canción que no tuvo música

JON RIVAS
10/07/2016 

Cuando Javier De Dalmases y Antonio Vallugera, que bajó la ventanilla del coche para no asfixiar a su compañero con el humo del toscano, llegaron a casa de Joan Manuel Serrat, se llevaron una sorpresa. Se habían pasado media hora resolviendo el rompecabezas de encajar sus pertenencias en el exiguo maletero del Talbot Horizon con el que debían viajar al punto de partida del Tour en Montreuil, al norte de Francia, más de mil kilómetros de ruta. Aparcaron junto a la puerta y el noi del Poble Sec, que les había visto llegar, les avisó desde la ventana que bajaba en un instante. Esperaron un par de minutos hasta que se abrió la puerta y allí apareció Serrat con una enorme maleta y una guitarra con funda rígida. "Así, mientras viajamos, hago ejercicio con los dedos", les dijo con una gran sonrisa en la boca a quienes iban a ser durante casi un mes sus compañeros de fatigas y que contemplaban asombrados la escena.

Aquello no podía ser. Entre los dos periodistas le hicieron ver que la maleta quizá encajara en el asiento trasero, pero que la guitarra se debía quedar. Serrat dudó un momento. Se dio la vuelta y la volvió a dejar en casa. Se encontraba de golpe con el primer inconveniente en lo que él esperaba que fuera un viaje de placer. Lo aceptó con deportividad. Quería seguir el Tour de 1984, que se presentaba apasionante, y no iba a perdérselo por una guitarra.

El instigador de aquella aventura fue Antonio Vallugera, periodista de raza, que nació en 1930 en Zaragoza, pero desarrolló toda su trayectoria vital en Barcelona. Comenzó a trabajar en la revista Vida Deportiva para después pasar a El Mundo Deportivo y posteriormente al rotativo Dicen. Desde sus páginas promovió lacreación de la la Subida a Montjuic. Vallugera destilaba pasión por el deporte de las dos ruedas. "Para mí, gregario es la palabra más hermosa del ciclismo", escribía. "Le tengo un respeto imponente".

Fue Vallugera el que le metió el veneno del Tour en el cuerpo a Joan Manuel. Algunas veces, el cantante, acudía con el periodista a la Setmana, o a cualquier otra carrera catalana, pero aquel año le pidió a su agente que no contratara conciertos en julio, reunió a sus músicos, les dijo que ese mes no tocarían, y se lio la manta a la cabeza. No sabía lo que le esperaba.

Vallugera había preparado el viaje con Dalmases, pero unos días antes le preguntó a su colega: "¿Te importa que Joan Manuel Serrat venga con nosotros?" El redactor de El Mundo Deportivo no puso pegas. Salvo a la guitarra. Enfilaron el camino hacia el norte. Conducía Dalmases; a su lado viajaba Serrat, y detrás, encajado en el asiento junto a la maleta del cantante, Antonio Vallugera fumaba sus toscanos sin parar. Serrat se había comprometido a hacer un comentario diario en Radio Peninsular de Barcelona y otro, escrito, para El Periódico de Catalunya, bajo el epígrafe de "Chupando rueda". En el primer comentario apuntaba: "Los patrones del Tour han preparado una edición 1984 muy dura. Y la montaña va a dictar su sentencia. Hoy empieza el Tour de Francia. Y yo, aquí, en medio del mogollón, acordándome de Turró y del Trenzano... y de mí mismo, hace veinticinco años, cuando jugábamos con ciclistas de plástico encima de una mesa de ping pong en el patio de la señora Antonia. Aquí estoy yo, en la sala de prensa del hotel de Ville de Bobigny, en medio de un personal que no para de darle a la máquina de escribir frenéticamente, pronosticando suposiciones. Mungía nuestro colega-cajero, que nos cuida como una madre y fuma en pipa unos apestosos toscanos, está convencido que sin Agostinho, querido Tino, el irlandés Sean KeIly no tiene nada que hacer y que los colombianos, mal que le pese a Daniel Samper Pizano no están mentalizados para una carrera tan larga. Subirana, nuesto colega-chófer, le tiene una fe ciega a Pascal Simon. No sé, no sé... ¿Será una rosa, será un clavel? El 22 de julio, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, saldremos de la duda. Esto se pone en marcha. Con sangre, sudor y lágrimas y anfetaminas, el Tour demarra y yo me voy con él, chupando rueda".

Serrat se encontró en el Tour a su amigo, el periodista y escritor Daniel Samper. "Yo hice dos veces el Tour", recuerda el ilustre escritor colombiano. "Escribía comentarios y reportajes para El Tiempo de Bogotá. Viajaba con el periodista José Coflatowsky que conducía nuestro coche ya que fue campeón de carreras de autos en Colombia y se encargaba de relatar cada etapa. Previamente había pasado un fin de semana con los ciclistas colombianos en mi país y tenía buena relación con ellos, especialmente con Lucho Herrera --tímido y poco sociable-- porque nació en un pueblo donde mi familia pasaba vacaciones. Todos fueron muy colaboradores conmigo, y nunca olvidaré el triunfo de Lucho en el Alpe d'Huez. La crónica que escribí en esa ocasión fue incorporada luego a un libro, en varios tomos, de historia de Colombia. Esto no lo digo en elogio de la crónica, sino de la importancia que en mi país se le concedió a aquella victoria de Lucho". Serrat también hablaba de Lucho, y de Samper, en una de sus crónicas: "Hablando de ganar y de perder, ayer por la noche el colombiano Luis Herrera, extraordinario escalador e íntimo amigo de Daniel Samper Pizano, perdió en la zona de alimentación de corredores su dentadura postiza. Se ignora de qué manera y en qué dirección, pero hizo cundir el pánico en el cuartel general colombiano".

Serrat, acostumbrado a habitaciones de cinco estrellas, y Samper, conocieron las penurias del Tour, de sus hoteles infames en alguna ocasión. Entre los catalanes, Serrat y Dalmases compartían habitación y le dejaban la otra a Vallugera. Ninguno de los dos era capaz de aguantar los ronquidos ni los puros toscanos del periodista del Dicen. "Roncaba como una locomotora", recuerda Daniel Samper. Sufrieron un robo, en Grenoble. Unos cacos abrieron el Talbot Horizon, revolvieron todo y sólo se llevaron una caja de folletos de propaganda de la Setmana Catalana que Vallugera llevaba para repartir en las salas de prensa. "Joan Manuel se adaptó de coña a la situación", afirma Dalmases. "En los Alpes, en un pueblo pequeño, nos tocó un hotel que se llamaba Des Mines. La habitación daba a la boca de una mina y cada vez que salía una vagoneta sonaba una campana. Pedimos que nos cambiaran y fue peor. Por el otro lado estaba la vía del tren. Cada vez que pasaba uno, parecía que se metía en la habitación. No dormimos en toda la noche".

Cada mediodía, el trío cumplía un ritual. Paraban en algún pueblo del recorrido y Vallugera salía a comprar el pan para los bocadillos. En una de las etapas, Serrat y Dalmases se quedaron a esperar. Pasaba el tiempo y su compañero no volvía. La etapa estaba a punto de atravesar el pueblo. Dalmases salió del coche a buscar a su colega. Lo encontró unos minutos más tarde. Cuando regresaron al lugar en el que habían dejado aparcado el Talbot, el vehículo y su ocupante habían desaparecido. Buscaron y buscaron. Un rato más tarde, cuando el pelotón había atravesado ya el pueblo, Serrat apareció para recoger a sus compañeros de aventuras. Mientras estaba solo esperando, apareció por allí Felix Levitan, el director del Tour, que echó una bronca tremenda al cantante y le amenazó con quitarle las placas de acreditación del vehículo si no lo retiraba de allí inmediatamente.

"Serrat, de quien soy amigo hace más de 40 años, comentaba a diario asuntos del Tour y más de una vez me pidió ideas para su columna", rememora Daniel Samper. "Recuerdo que el 20 de julio, día de la Independencia de Colombia, escribió algo sobre esta fecha y nuestros ciclistas con pistas que le proporcioné".

A veces, cuando coincidían en la ciudad en la que pernoctaban, Serrat y Samper salían por la noche: "Varias veces fuimos a cenar juntos o con amigos suyos. En un restaurante de una ciudad mediana nos sacaron a patadas a las 2 de la mañana. porque estábamos cantando La verbena de la Paloma". De una de esas cenas salió también una canción que nunca tuvo música, pero sí una deliciosa letra. "La pergeñamos entre ambos y Joan dijo que a lo mejor le haría una música, pero nunca la hizo", dice el escritor colombiano.

Pero quedó la letra:

Si usted tiene libres tres semanas

y el mes para echar por la ventana

si en su casa, usted ya no interesa

pues cambió la pasión por la pereza

si le consienten sus fugas prolongadas

y sus ausencias ya no importan nada.

Es hora de que empiece

a pensar en el Tour

y abur, abur, abur.

Si entra en sus planes tomarse por la vida

cervezas tibias y la sopa fría.

Y pasear sin enterarse donde estuvo

y recorrer sin acordarse donde anduvo.

Ir siempre al frente, por no ir a la zaga

y empujar con el casto Luis Gonzaga.

Si no le desvela el ronquido anónimo

del inquilino que escribe con seudónimo

ni pedir la llave en un hotel huraño

cuando le asalten ganas de ir al baño.

Si le gusta a usted tanto el ciclismo

que le duele el forúnculo a usted mismo.

Si no le teme a pespuntear los precipicios

e incorporar entre sus muchos vicios

la conducción de coche a tumba abierta

tomar las curvas sin cerrar la puerta

manejar el timón con el pie izquierdo

como lo hace allí el chofer cuerdo.

Y si le gustan las salas de prensa

donde apestar a chivo no es ofensa

y le huele el francés a sopa y pan

y le huele a choucroute el alemán

y a camembert los suizos periodistas

(porque allí somos muy nacionalistas...)

Si usted es hombre de hábitos sencillos

como lavar de noche calzoncillos

y le caben de una sola vez

dos metros largos de ese pan francés,

deje en casa sus aires de elegancia

y venga a mover el culo al Tour de Francia

Serrat se enganchó al ciclismo, y a Luis Ocaña; escribió de montañas y llano, de pavés y mujeres ciclistas: "Es recomendable, no obstante, encomendarse a todos los santos y tener la suerte de ser oído para salir bien librado de esa epopeya. El payés éste año no le cobrará el Tour su peaje de ruedas y de clavículas, pero uno siente que le han birlado uno de los más bellos y dramáticos paisajes habituales en la Vuelta Ciclista a Francia", decía de los inexistentes tramos de adoquín. Y sobre las mujeres: "La opinión general de técnicos y corredores no es favorable a que las muchachas corran este tipo de pruebas. Dicen que se sufre mucho, que es demasiado duro para ellas. Sorprendente tanto interés en evitar sufrimientos a las mujeres, en tan pequeña parcela. Al fin y al cabo ellas serán las que sobre la bici, dejen las cosas en su sitio".

El cantante catalán mostró su pasión por el Tour durante años. Hasta que los dos grandes amigos que había hecho en las carreras, Ocaña y Vallugera, se suicidaron. El ciclista con 48 años; el periodista, seis años antes, con 47. Pero siempre quedarán sus recuerdos del Tour en las hemerotecas. Hazañas y crónicas.

Capítulo del libro ¡En París se han vuelto locos! escrito por el redactor de EL MUNDO Jon Rivas

http://www.elmundo.es/deportes/2016/07/10/5780eb8c46163f47448b465f.html

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