Joan Manuel Serrat, en Madrid: feliz por Messi, triste por el Mediterráneo
El Noi de Poble Sec, ya con 74 años, afronta una gira con sabor a despedida, porque a esas edades ya no sabes cuanto te aguantará el físico para seguir encima de un escenario
27/06/2018 05:45 - ACTUALIZADO: 27/06/2018 12:05
Tres noches, tres, logró vender Joan Manuel Serrat en Madrid de su gira de recuerdo a ‘Mediterráneo’ (1971), el disco más popular de su carrera. Algunos especulaban con que el público abuchease a ‘El nano’ por su reciente vista a la cárcel de Estremera y por sus declaraciones en favor de conmutar la condena a los líderes del movimiento secesionista. Era improbable que el público le dedicase un gesto tan feo. De hecho, fue recibido con un intenso y cálido minuto de aplausos. Son demasiados años defendiendo una Cataluña abierta e inclusiva, además de que la visita a la cárcel tenía mucho de personal, ya que conocía al padre de Romeva en sus años mozos (incluso llegó a tener un grupo con él). Además, como decía un tronchante chiste de Twitter, es curioso que Serrat se haya pasado a saludar a los presos antes que Lluís Llach.
El Noi de Poble Sec, ya con 74 años, afronta una gira con sabor a despedida, porque a esas edades ya no sabes cuanto te aguantará el físico para seguir encima de un escenario. Que se lo explique si no su amigo Joaquín Sabina. De hecho, Serrat ni siquiera ha esperado a 2021, cuando se cumpliría medio siglo de la edición del disco. Mejor asumir la tarea cuando aún quedan fuerzas y empuje, como demostró el en el festival de los jardines del Botánico, situados en la Universidad Complutense. "No se preocupen, sí llegó bien al cincuenta aniversario, lo celebramos otra vez y no pasa nada". No es mala idea.
Concierto muy político
No hubo abucheo por Estremera, pero un par de asistentes se pusierona gritar a todo trapo la frase "sin banderas" de la canción 'Barquito de papel'. Lo más potente fue 'Plany al mar', su denuncia sobre la situación del Mediterráneo, degradado por las contaminación, la acumulación de plásticos y los cadáveres de las pateras. Serrat juega con la broma (macabra pero oportuna) de que en 1971 pidió que le enterrasen en el Mediterráneo y ahora parecen que es el mar a quien tendremos que enterrar nosotros. El "nano" ya había escrito canciones contra las élites, de las que hoy repesca 'Algo personal', con un enfoque nada amable contra quienes manejan el cotarro. En todo caso, Serrat acabó feliz el recital, recordando sobre el escenario a uno de sus amigos, el fallecido escritor de éxito Manuel Vázquez Montalbán, que tenía la teoría de que los tres mejores Ulíses de la historia de la literatura fueron el de Homero, el de James Joyce y el padre de la familia Ulíses, mítico personaje del TBO que nunca salía de casa. Apoyado en este anécdota, se puso a cantar 'Penélope'. El concierto comenzó ocho minutos tarde (obviamente para ver el Argentina-Nigeria) y terminó con una dedicatoria a Messi ("Estoy feliz porque Argentina ganó, dejen de meterse al menos un día con el mejor futbolista del mundo"). Acto seguido, tocó 'Paraules d'amor' como cierre de un concierto emocionante (su voz sigue siendo notable).
Brel, Raphael, el Quijote
Algunos detalles del disco llaman la atención, ahora que tenemos perspectiva. Serrat era percibido en los setenta como nuestro Jacques Brel, pero no le separaba tanta distancia de otros baladistas melódicos nacionales de la época. Canciones como 'Aquellas pequeñas cosas', 'Tío Alberto' y 'La mujer que yo quiero' podrían haber sido escritas y cantadas perfectamente por José Luis Perales, mientras que 'Mediterráneo' y 'Vencidos' (con sus invocaciones a Don Quijote) no desentonarían en la voz de Julio Iglesias. 'Pueblo Blanco' tiene ese aire épico que remite a superventas como Mocedades. Por su parte, '¿Qué va a ser de ti?' es lo más cerca que ha llegado el pop español de 'Like a Rolling Stone', de Bob Dylan, mientras que 'Vagabundear' parece pensada a medida de Brel. Haciendo balance, Serrat tiene más similitudes con sus contemporáneos nacionales que diferencias. Quizá le distinga no haber cantando nunca contra las rebeliones juveniles de mayo del 68, como si hicieron Raphael ('Digan lo digan') y Julio Iglesias ('La vida sigue igual'). Por supuesto, no esconde que es de izquierda, hasta el punto de que incluye en escena un taburete tapizado de rojo que perteneció a Bocaccio, local emblemático de Barcelona donde se reunía la "gauche divine" (izquierda exquisita, para entendernos).
Chute de optimismo
Resulta impresionante ver el itinerario de la gira, con más de cien fechas, que dan una idea del cariño que despierta su cancionero. Flanqueado por su fiel Ricard Miralles al piano, otros cinco músicos de altura bordan el repertorio de la noche. Las sorpresas del concierto (alerta spoiler) son una versión de 'Le Mer' (Charles Trenet) y otra deuna copla clásica, 'Tatuaje', historia de un amor intenso y fugaz con un marinero. Para complacer a los fieles, aparecen clásicos que nunca fallan como los 'Cantares' de Machado y 'Para la libertad', de Miguel Hernández. La traca final se reserva para himnos eufóricos como 'Fiesta' y esa invitación a disfrutar el presente que es 'Hoy puede ser un gran día'. Por la efervescente reacción del público, falta hace el optimismo y el joi de vivre serratiano. La canción más lograda de la recta final fue el 'Romance de Curro el Palmo'.
Por cierto, volviendo al metro, resulta inevitable pensar en que nuestros grandes cantautores andan al borde de la jubilarse y -con alguna excepción- es dudoso que el recambio vaya a alcanzar su altura. Por desgracia, está agotado el papel para los dos siguientes conciertos en el Botánico, mañana y pasado, pero Serrat volverá a la capital el 12 de diciembre (Palacio de los Deportes) para tocar 'Mediterráneo' de cabo a rabo.
Joan Manuel Serrat durante el concierto que ha ofrecido esta noche en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de Madrid.(EFE)
https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-06-27/serrat-concierto-madrid-mediterraneo-messi_1584663/
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