Serrat trae el Mediterráneo a la meseta caliente
El cantautor catalán celebra casi medio siglo de música y autobiografía durante tres noches en el Botánico
JUAN CRUZ
27 JUN 2018 - 09:52 CEST
Joan Manuel Serrat no sólo ha hecho música. Su canción, la que él ha compuesto, pero también la que le viene de poetas como Antonio Machado o Miguel Hernández, es también autobiografía, desde la cuna al tiempo que ahora lo sitúa en la madurez absoluta, los 75 años. Con ese bagaje, y su alegría, Serrat afrontó anoche el principio de su actuación madrileña, tres días con todo vendido en el Botánico de la Complutense. Calor tórrido a las diez de la noche, butacas llenas de seguidores de todas las edades, su orquesta resumiendo sus temas, y él trayendo a la meseta sin brisa el símbolo mayor de su inspiración y su garganta, Mediterráneo.
Esa canción es el diapasón de su primer disco, escrito en 1971 en un hotel de la Costa Brava. Y Da Capo Mediterráneo es la serie de conciertos con los que el Noi del Poble Sec pasea ahora todas las canciones que le nacieron con aquella edad, hace 47 años, y con las distintas pasiones, el amor, el desengaño, que le recibieron cuando aun tenía pegada en la guitarra la memoria de su adolescencia de chico de barrio.
Vestido de caballero de los escenarios, Serrat se presentó de negro y gris. Su guitarra y sus músicos borraron desde el principio el casi medio siglo que dista entre aquella voz enamorada y esta que ahora ya sabe de qué colores fueron todas sus edades, también las del compromiso y el miedo, la guerra y el exilio, que le sirvieron sus poetas mayores y que aprendió de sus padres y de sus amigos desterrados. Desde el principio, junto a las bromas que lo llevaron a las canciones más alegres de aquella época, este irónico de la melancolía se trajo también al botánico mesetario su modo de detener la edad de su madre y de su mar: el Mediterráneo “amargo del llanto eterno”.
En sus canciones el otoño se hace primavera. En el otoño de su vida estas canciones son el verano, el calor de las tardes, el olor y los mosquitos, su vuelta a la cuna de la calle y del campo, su canción de cuna para el niño que fue. Allá arriba, en el escenario, estaba también el showman que une en su verbo golfo y educado al Quijote con Almodóvar e Iniesta, dos manchegos, como Sara Montiel. Recitador cachondo, el hombre que ya no es el Noi pero lo guarda trajo a la meseta, junto al Mediterráneo, esa figura que hizo que La Mancha sea un paisaje universal, como el de su mar herido y feliz, de verano y muerte. El Quijote, perdido en las playas de Barcino, tantas horas de desaliento, este símbolo mayor del hombre que no quiere lugar sino sueño. “Hazme un sitio en tu montura que yo también voy cargado de amargura y no puedo batallar”.
Este que cantó anoche Serrat es el canto general de la primera edad de su vida, la que lo inauguró para la inspiración y para la música, el que le llevó a la teoría y la práctica de aquellas pequeñas cosas que nos contamos cuando nadie nos ve…
Mediterráneo Da Capo es ahora el resumen que lo devuelve al origen. Su pueblo, su costa, su cuna, su primer amor, su madre, el cementerio. Los que le aplaudían, algunos de los que hace 47 años le escucharon lo mismo, hicieron el mismo viaje. Para ellos también es autobiografía de juventud lo que les cantó anoche el noi de 75 años. Quienes se sintieron aquellas frutas jugosas, las que burlaban la vigilancia paterna de las diez de la noche, los que celebraban la vida del Tío Alberto, la mujer que yo quiero y la que me abandonó… Como si les cantara al oído, Serrat se hizo el más íntimo de los confidentes de los que rozan su edad o de los que descubrieron con él las confidencias que contienen sus letras. Para que ese vehículo que va de la canción al alma cuenta Serrat, desde años, con Ricard Miralles, que ha hecho desde el piano que la Lucía Serrat suene como si su nombre contuviera todos los nombres del mundo.
Su música de hace tantos años se reprodujo anoche en el Botánico con la misma brisa veraniega en que la hizo nacer hace 47 años. Qué le vas a hacer, si él nació en el Mediterráneo.
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