viernes, octubre 19, 2018

Serrat invita a su mar de emociones



Serrat invita a su mar de emociones

El catalán está de gira con “Mediterráneo Da Capo”, o sea, el repaso de su LP de 1971, con joyas eternas como “La mujer que yo quiero”.

Clarin19 Oct 2018

Fiesta. Arriba, en el escenario del Rex, “el Nano” revisitará cada uno de los temas de “Mediterráneo”.

Joan Manuel Serrat vino a la Argentina por primera vez en 1968. “Creo que fue a finales de año, cuando saqué el disco de poemas de Antonio Machado”, le contó hace un tiempo a Clarín, en uno de sus muchísimos regresos al país. “Buenos Aires es un lugar que amo y donde me siento amado”, decía entonces el cantautor catalán, que hizo de este lugar del mundo una especie de segundo hogar.

Por aquel entonces, Serrat era un soñador de pelo largo que daba los primeros pasos de una historia que, a casi cinco décadas del lanzamiento de su primer LP, sigue sumando páginas con trazo firme y la coherencia como denominador común.

Todavía faltaban un par de años, a partir de aquel convulsionado ’68, para que el Nano le diera forma a una de las obras más importantes de su trayectoria. La mujer que yo quiero, Aquellas pequeñas cosas, Pueblo blanco, Lucía, Barquito de papel; la lista de temas de Mediterráneo -editado en 1971, incluyendo el tema del título- era una colección de canciones cuya vigencia el tiempo revelaría eterna.

Por eso hoy, cuando la propuesta de Mediterráneo Da Capo es tomar aquel disco como eje de un nuevo repaso de su extensa discografía, el magnetismo es absoluto. Existe un viejo proverbio catalán que dice Roda el món i torna al Born (“Gira el mundo y vuelve al Borne”, uno de los principales y más antiguos mercados de abastos de Barcelona). Esto equivale a decir que es bueno recorrer caminos, cruzar fronteras, conocer otros mundos y finalmente regresar a casa con lo aprendido en la travesía de ida y vuelta, como las olas.

Eso es, precisamente, lo que hizo Joan Manuel Serrat a lo largo de estos últimos 50 años, embarcado en poemas tan refinados como populares y en sentencias contundentes. Al fin de cuentas, el saldo de semejante travesía es absolutamente positivo por donde se lo mire.

Ahora, más sabio y convencido que antes, el regreso es a bordo de una iniciativa que plantea volver a atravesar ese mar una vez más, desde el principio. Sólo que el menú ya no es exactamente igual, porque junto a aquellas viejas canciones eternas las hay más nuevas, las hay menos conocidas o, tal vez, primerizas.

Lo cierto es que, definitivamente, Serrat regresa al Mediterráneo que nunca abandonó. En tiempos de visados, fronteras y alambradas, el artista ha tenido la feliz ocurrencia de considerar que, además de ciudadano del mundo, de catalán, español y europeo, lo es sobre todo de su mar de cada día, de esa patria líquida que une -más que separar- continentes, tradiciones, creencias, colores de piel e incluso hombres y mujeres que nadan en sus playas, navegan en sus yates y naufragan en sus pateras.

De eso se trata este nuevo desembarco del hombre que le puso forma de canción a los poemas de Machado y Hernández, que le cantó a los locos bajitos y a los tipos con los que tenía algo personal y, sobre todo, que nos cantó a nosotros. Y que este fin de semana lo volverá a hace


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