viernes, enero 17, 2020

Lo mejor de Bocaccio 1971-72 Bocaccio la revista



Bocaccio la revista
De la ‘boîte’ al quiosco

Me gusta pensar que Bocaccio, la revista barcelonesa de los primeros 70 en la que Juan Marsé ejercía de redactor jefe, era periodismo de Marca. 1 Hoy se puede ver con otros ojos, y aunque Marsé relativice totalmente su influencia y pretensiones, es probable que el periodismo, la moda, la literatura y hasta la música del tardofranquismo y la incipiente transición hubieran sido distintos sin ella.

¿Que por qué creo que es periodismo de Marca? Porque partía de una Marca comercial cuyas esferas de audiencia se articulaban en el compromiso de un grupo humano heterogéneo y distinto, y, aliados por intereses comunes, este colectivo y la marca plantearon a las distintas esferas de audiencia una ventana abierta de más libertad —y cierto libertinaje— de hacer y decir, modernidad, democracia, cultura y cierta sofisticación.

Se dirigían a periodistas experimentando con nuevos formatos, a realizadores de cine y televisión, a editores, a escritores, a modistos, a modelos, a arquitectos, urbanistas y politicastros locales, cónsules y embajadores, a restauradores, quiosqueros, deportistas y músicos, a abogados y policías, a franquistas y demócratas clandestinos, a viajeros y turistas, y a emigrantes.

A todos, les decían que en Barcelona se pensaba de otra forma distintas que la oficial.

De la ‘boîte’ al quiosco

La Bocaccio revista toma el nombre de la Bocaccio boîte, la discoteca de terciopelo de la calle Muntaner de Barcelona que abrió Oriol Regàs en 1967. Era un negocio más de Regàs que poco a poco iba ampliando su participación en el ámbito de la promoción cultural: productoras de cine, otros establecimientos de restauración, editoriales, promoción de conciertos, discográficas… De todos ellos, el único que mantiene la marca del buque insignia es la revista.

Pero ésta no se entiende sin el grupo humano que se citaba en la sala Bocaccio y que Joan de Sagarra denominó la gauche divine: Terenci y Ana Maria Moix, Colita, Jaime Gil de Biedma, Oriol Maspons, Eugeni Trías, Félix de Azúa, Oriol Bohigas, Salvador Clotas, Teresa Gimpera, Francisco Umbral, Carlos Barral, Manolo Vázquez Montalbán, Enric Satué, Joan de Sagarra, Jaume Perich, Xavier Miserachs… Es decir, periodistas, escritores, editores, modelos, arquitectos, músicos, jóvenes profesionales de la clase media barcelonesa que miraba desde el franquismo los cambios sociales que se producían en el mundo a finales de los 60 y jóvenes viajados procedentes de la alta burguesía de la ciudad que habían visto mundo.

Regàs construye la revista para su clientela y logra que todos participen. Unos posan y otros fotografían. Unos diagraman y otros redactan. Unos editan y otros coordinan. La marca Bocaccio-discoteca se extiende como una forma de vida y una apuesta de modernidad en su canal de comunicación Bocaccio-revista. Alcanza todas las esferas de audiencia y asegura el compromiso de la clientela fiel.

Para el proyecto se cuenta con el escritor Juan Marsé como redactor jefe y José Ilario como editor. El modelo de publicación es el Lui francés, repleto de una aparente frivolidad y erotismo, pero con artículos de fondo y entrevistas con cierto subtexto de crítica social, connotaciones y referencias a otras formas de organización social y política y juegos de sobreentendidos con el lector.

Hablan de cine, de televisión, de motociclismo, de crítica de moda, musical y, claro, ideológica. Su objetivo es ser creíbles. Siéndolo, gozarán de confianza. Con la confianza ganada, la influencia de la marca está asegurada.

Influencia perniciosa para el régimen franquista

Pese a su reducida distribución y su altísimo precio (100 pesetas de 1970), la influencia que pueda tener Bocaccio preocupa al régimen, que, según Francisco Umbral, le destina un censor en exclusiva: Luis Fernández Madrid. Hoy es una joya de coleccionista.

Joaquim Roglan, que la define como muestra de pensamiento utópico 2 , recoge palabras de Marsé en las que reniega de la trascendencia que pudiera tener: ni la revista ni este grupo social no tenían otra pretensión de actualidad ni de opinión, y cada cuál iba a su aire. Quién fue el coordinador de la producción, gestionando las primeras firmas que colaboraban y que traducía noticias extranjeras procedentes de otras revistas, aseguró: De hecho, era un divertimento con finalidad de promoción de la discoteca, incluso en sus anuncios publicitarios. ¿Periodismo de Marca demasiado explícito?

Su difusión fue reducida, pero alcanzó al público que contaba para la Marca.

Contribuyó ideológicamente en unos grupos sociales que miraban hacia San Francisco y París como modelos de cambio social. Y desapareció en 1974 por orden del ministro Alfredo Sánchez Bella, que consideró que una fotografía de una manzana abierta se parecía demasiado a una vagina. Y eso, para el franquismo agonizante, era demasiado parecer.

La delgada línea que une credibilidad, confianza e influencia

Si algo entusiasma al que tiene algo que definir es buscar el antecedente más remoto que legitime lo que ahora se hace. Porque de aquellos polvos vienen estos lodos. No me voy a sustraer de ese entusiasmo inútil, por lo poco que aporta.

Últimamente dicen que la primera experiencia de periodismo de Marca es la revista The Furrow, fundada por John Deere en 1895 y que hoy pervive en 14 idiomas. La idea era explicar qué se podía hacer con un tractor para que el agricultor se beneficiase. Lo era entonces y ahora.

Yo iría más lejos. Más allá del siglo XIX. Viajaría a la Venecia del siglo XVII y buscaría las gacetillas que vendían los gondoleros por el precio de una gazzetta (de ahí el nombre) y que eran una publicación de servicios: la carga que traían los barcos que arribaban a puerto para que los comerciantes pudieran negociarla antes de desestibarla. La enorme competencia obligaba a un valor añadido. Y éste eran los comentarios geopolíticos y los cotilleos que llegaban de otras cortes por medio de las tripulaciones.

Así nació el periodismo internacional y la gaceta. El gondolero que vendía la que tenía mejor información y permitía planificar mejor las compras —el más creíble—, tenía la confianza del lector. Y sobre éste y sobre los vendedores en los países de origen, tenía influencia.

Hoy se trata de lo mismo.

REFERENCIAS
Nota para estudiantes (marzo de 2018): Buena parte de los argumentos esbozados en este post han sido refinados y precisados en el tratado Periodismo de marcas. Fundamentos, operativa, transformación empresarial y perspectiva económica, donde se abordan en profundidad. Para trabajos universitarios es recomendable acudir al tratado y evitar la posible controversia citando este u otros posts anteriores a su lanzamiento, en verano de 2015.^

ROGLAN, Joaquim. Juan Marsé. Periodismo perdido (Antología 1957-1978). 1ª ed. Barcelona: Edhasa, 2012. 160 p. ISBN: 9788435069106

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