jueves, enero 16, 2020

Últimas noticias de Bocaccio



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Toni Vall rinde homenaje al mítico feudo de la Gauche Divine con un libro y una exposición en el Palau Robert

Sergi Doria

BARCELONA
Actualizado:16/01/2020 11:48h

Oriol Regàs inauguró la boîte Bocaccio un 13 de febrero de 1967 y desde entonces no hemos dejado de hablar de la Gauche Divine, en afortunada denominación de Joan de Sagarra. En «Los años divinos» (Destino), Regàs recordaba que la primera canción que sonó fue «Good vibrations», de los Beach Boys, seguida de «Monday, Monday», de The Mamas & The Papas. «Se bebió sin freno, ya que la barra era libre, pero nadie se excedió. Las bebidas habituales del momento era el gin-tonic -alguien rebautizó a los escritores de la escuela de Barcelona como la generación gin-tonic- y el whisky».

La primera noche de Bocacció concluyó con la música de «Mourir à Madrid», documental de Frèderic Rossif sobre la Guerra Civil. Además de Oriol y su hermano Xavier estaban Antonio de Senillosa, Carlos Durán, Jaime Camino, Pere Portabella, Amparo Soler Leal, Joan Manuel Serrat, Pertegaz, Paco Godia, Serena Vergano, Antonio Gades, Jaime Gil de Biedma, Terenci Moix, Elena Klein, Alberto Puig Palau -el Tío Alberto de la canción-, Teresa Gimpera, Armand Carabén, Xavier Miserachs…

La mayoría ya no están entre nosotros. Tampoco Oriol Maspons, Ana María Moix, Eugenio Trías, Jacinto Esteva, Xavier Corberó, Tato Escayola, Jaume Perich, Carlos Barral, Josep Maria Castellet… Su sola mención ilustra el octanaje cultural de la Barcelona que alumbró el «boom» latinoamericano. Aquel paisaje de terciopelo granate con mobiliario modernista todavía tiene voces que lo transiten con la memoria. Toni Vall las congrega en «Bocaccio. Donde ocurría todo» (Destino).

Vall, que nunca pisó Bocaccio, -aquella noche del 67 tenía cinco años y medio- ha volcado su pasión coleccionista en los objetos que permiten recrear el templo de la Gauche Divine: «Cerillas, posavasos, objetos de decoración, diseño, ropa, bibelots, regalos, ajuar, revistas, carnés de prensa, invitaciones, consumiciones, material publicitario, postales… La certeza de estar ante algo muy relevante, una empresa pionera en el ‘merchandising’ y la creación de una marca inconfundible», explica.

La fotógrafa Colita lo corrobora: «Inventaron un marketing digno de estudio… ¿Y la música? ¡Qué música! Iban a Londres a por discos. Lo que sonaba en Bocaccio no se oía por la radio, lo importaba Xavier Miserachs».

Éxito

En 1975 se organizan sesiones musicales: Génesis, Lou Reed, Traffic, Pink Floyd, King Crimson, Gerry Mulligan, Crosby Stills and Nash, Emerson Lake and Palmer y Rolling Stones. «Llegó un momento en que la marca Bocaccio era tan popular que muchas empresas se acercaban. Hablar de éxito en Barcelona era hablar de Bocaccio», acotan Elisenda Nadal y Jesús Ulled.

Antes de inventarse «Interviú» y otras decenas de revistas, José Ilario inventó «Barrabás», «Por Favor» y «Bocaccio» con un «staff» de lujo: Juan Marsé, Xavier Miserachs, Manuel Vázquez Montalbán, Ana Maria Moix, Josep Maria Carandell, Enrique Vila-Matas, José Luis Guarner, Domènec Font, Chumy Chúmez, Ivà, Tom, Romeu, Perich, Colita…

Bocaccio, aclara Teresa Gimpera, no era solamente un sitio de «gente guapa» que no daba golpe: «Me pasaba la vida rodando. Trabajaba como una burra y no he parado nunca de trabajar». «Todos los de la Gauche Divine, los que íbamos a Bocaccio trabajábamos. Y las mujeres también, cosa que lo hace todavía más singular», añade Rosa Regàs. El puente cultural con la capital de España se consolidó con el Bocaccio madrileño que frecuentaba Mónica Randall: «Fue importantísimo durante la Transición», apunta la actriz.

El editor Jorge Herralde presentó en Bocaccio «Filosofía y Carnaval», de Eugenio Trías, y «La izquierda exquisita», de Tom Wolfe. Otro Herralde, Gonzalo, recuerda que su laconismo mereció que Ana Maria Moix le llamara Gintonic: «La única palabra que pronunciaba». La palabra más habitual de la boîte era «libertad» señala Óscar Tusquets. Lo «divino» de aquella «gauche» molestaba a los comunistas: «Eran como curas, llevaban una vida contenida, moderada, castrada», observa Beatriz de Moura. El PSUC y los nacionalistas coincidían en identificar Bocaccio con el infierno, remata Salvador Clotas.

Cultura y placer. Román Gubern se arrepiente de haber sido «poco ligón». Y cuando le pidió a una chica que se fueras a la cama con él… «Me dijo que sí, pero que había de venir con nosotros otra amiga, bastante menos agraciada que ella. No me pareció buena idea». Enrique Vila-Matas le cuenta a Vall la primera conversación en Bocaccio con Marsé: «¿Tú, chaval, quieres hacer cine verdad? ¿Y quieres escribir también verdad?», inquirió el autor de «Si te dicen que caí».

En Bocaccio la consumición mínima costaba 125 pesetas. Serrat conserva el taburete aterciopelado que le regalo Regàs y que utiliza en sus recitales. Por si las moscas, encargó dos réplicas. Guillermina Motta posee otro taburete y evoca su insistencia en conocer a Vargas Llosa: «¿Y cuándo me presentarás a Mario?», le decía a García Márquez. Bocaccio merece el adjetivo «mítico», señala Joan de Sagarra. «Si de mi vida se suprimiesen los años de Bocaccio, no sería como soy», asegura Serena Vergano.

Barcelona y nosotros, tampoco.

Foto
Presentación de una colección de la diseñadora Mary Quant en la sala Bocaccio de Barcelona, en 1967 - ABC

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