miércoles, marzo 25, 2009

Recuerdo conciertos en Galicia en los que subí a lomos el equipo de sonido


Recuerdo conciertos en Galicia en los que subí a lomos el equipo de sonido

Joan Manuel Serrat regresa en estado puro, junto a su pianista de cabecera, Ricard Miralles. «100 x 100 Serrat» es la gran oportunidad de escuchar de cerca al «noi» del Poble-Sec

Autor: Pacho Rodríguez
Fecha de publicación: 25/3/2009
Hora: Actualizada a las 16:19 h

Él hizo Mediterráneo, que es algo así como el Like a Rolling Stone para Bob Dylan, una monumental obra maestra que define y no cierra, sino que abrió de par en par el talento pasado, presente y futuro de Joan Manuel Serrat (Barcelona, 27 de diciembre de 1943). En definitiva, esa canción es un recuerdo que exigió continuidad, que pidió más canciones, y que no se quedara en ese éxito isla de los músicos de una sola canción. Así ha sido, porque esa genialidad, que Serrat compuso cuando tenía 28 años, y ya han llovido mares, no agotó su talento, que ya venía de antes, sino que lo llevó a un océano de letras memorables, melodías certeras, biografías sentimentales íntimas y colectivas, poesía social y crónica lírica.

El Nano, que del cariño le salen apodos, llega ahora a Galicia en una declaración de intenciones más que apetecible: 100 x 100 Serrat. Estos conciertos tienen el encanto de la proximidad, máxime después de haberse apeado de la exitosa gira Dos pájaros de un tiro, en la que compartió de todo con el intenso Joaquín Sabina. Esta vez, solo con Ricard Miralles, que ya es mucho, retoma la cercanía y permitirá disfrutar del Joan Manuel Serrat que hace que sus canciones lleguen a la gente como regalo único e intransferible. En la estricta intimidad de un aforo completo (las entradas ya están agotadas en A Coruña y Vigo, y quedan muy pocas para la cita del día 2 de abril en Lugo).

-Vuelve a Galicia. Todo vendido, aforo completo? Y no son tópicos. ¿Tiene algo especial para usted visitar esta tierra?

-Llevo viajando a Galicia desde hace cuarenta años. Mi vida artística y personal está llena de recuerdos relacionados con Galicia.
Profesionalmente, desde aquellas primeras actuaciones en los clubes hasta los conciertos en los palacios de deportes y plazas de toros. Tengo muchos años de relación muy buena con Galicia.

-¿Cómo eran los conciertos en los pequeños locales o en los que había poco público y sus canciones no se conocían?

-Yo siempre que he ido a Galicia ha sido porque, de alguna manera, me reclamaban. Había la gente que había. Los conciertos que se hacían en las discotecas o en los clubes formaban parte del baile del domingo. Ocurría en las ciudades y también en los pueblos. En las aldeas. Yo recuerdo conciertos en Galicia en los que había que subir, prácticamente, a lomos el equipo de sonido. Recuerdo también aquellas tremendas y difíciles carreteras. Cuando uno empieza a recordar y charlar, el cambio ha sido grande.

-¿Le interesan esos tópicos sobre Galicia, gastronómicos y demás?

-La gastronomía de Galicia no es un tópico. Es una razón contundente para acercarse a Galicia. Este año que hace una primavera hermosa, hay un atractivo más.

-El tema del albariño o el ribeiro, ¿lo trata?

-Yo no entro en discusiones locales. Soy neutral en ese aspecto y lo consumo todo con mucha curiosidad y mucha gratitud.

-¿Sigue usted vinculado al negocio del vino? ¿Qué tal va?

-Sigo vinculado. Los negocios no van muy bien. No creo que nadie pueda decir lo contrario en este momento. El vino para mí, la viña en general, a pesar las dificultades que se están pasando en este sector, igual que en todos los sectores productivos, sigue siendo hermosa y hoy están llorando las cepas, anunciando que siguen estando vivas y que van a por otra generación de uvas y a por otra nueva cosecha.

-¿Hay un público peculiar en cada lugar o se plantea cada actuación como algo general?

-A mí me gusta huir de los tópicos. Hay un mosaico de gentes que en cada lugar invierten la vida, se la gastan, de una forma diferente. El andaluz, el vasco, el gallego, el castellano o el valenciano tienen maneras muy diferentes de interpretar la vida. Yo por ejemplo no me imagino las fallas en Benavente? Ese todo es maravilloso. La manera de ser distinta de la gente da riqueza y hace que el día sea más distraído. Evidentemente, un público puede tener una reacción más extrovertida, pero a veces lo extrovertido no tiene nada que ver con lo intenso. No necesariamente son la misma cosa. Lo que no conozco es ningún público facilón, ni creo que le interese a ningún artista encontrarse con un público así.

-Después de la última gira con Joaquín Sabina, para plantear esta propuesta de ahora, mucho más cercana, ¿hay que cambiar algún planteamiento?

-Son dos espectáculos totalmente distintos. Ese espectáculo necesitaba unos espacios y unas distancias. A este concierto que planteo de Cien por cien, aunque lo hemos hecho en grandes espacios, lo que le va es ese lugar en donde la gestualidad es perceptible desde el público. Cualquier gesto, cualquier guiño, cualquier sonido? Musicalmente, también esta gira tiene otro planteamiento, tanto en lo que se refiere a los instrumentos como a la construcción de las canciones en sí.

-¿Es verdad que en los conciertos que hizo con Sabina se lo pasaron tan bien?

-Nos lo pasamos tan bien como parecía que nos lo estábamos pasando.

-¿Fue mejor al principio o al final?

-Cada vez mejor porque la seguridad era mayor. A pesar de que los dos somos amigos ya desde hace muchos años, el conocimiento mutuo encima del escenario era mayor a medida que pasaba el tiempo y, aunque podía ocurrir cualquier cosa en cualquier momento, sabías ya mejor con qué fintas te podía salir el compañero.

-Dice Almodóvar que la fama le ha privado de esa mirada indiscreta de la que sacaba muchas ideas. ¿Puede ser que a usted le haya pasado algo parecido?

-Hombre, yo no soy Almodóvar? Él debe de tener una presión muy grande. El que la gente te conozca, en ocasiones, uno lo puede aceptar con paz y tranquilidad. Uno tiene que cargar con sus servidumbres. A mí, la verdad, no me molesta demasiado. Lo que me molestaría sería que me trataran mal. Y la gente a mí me trata bien, me mira con cariño, con respeto. Es muy gratificante. Hay un refrán catalán que va muy bien aquí que dice

Información de: http://www.lavozdegalicia.es/
Imagen de: Ian Salas

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