jueves, febrero 25, 2010

Serrat regresa a Miguel Hernández


Serrat regresa a Miguel Hernández
por Vicente A. Serrano
JUEVES 25 DE FEBRERO DE 2010

Se acaba de poner a la venta el último trabajo de Joan Manuel Serrat. El próximo 30 de octubre se cumplirá el centenario del nacimiento, en Orihuela, de Miguel Hernández Gilabert. Treinta y ocho años después, Serrat ha querido regresar al poeta. El álbum titulado Hijos de la luz y de la sombra contiene trece temas, trece poemas de Hernández interpretados por una de las voces que con mayor apasionamiento se acercó, en aquellos años de mordazas, a los versos de un poeta que murió en la cárcel, en una posguerra de salvajes y asesinos resentimientos, olvidado y abandonado por casi todos.

Antes, otros muchos le cantaron
En 1967 Paco Ibañez ya ponía voz al reivindicativo poema Andaluces de Jaén. Un año más tarde Elisa Serna interpretaba El niño yuntero. Pocos meses después Ismael presentaba su versión de Vientos del pueblo. Y en 1971, un año antes del mítico álbum de Serrat, en Chile Víctor Jara grababa su versión de El niño yuntero, mientras que en España, Enrique Morente editaba ese mismo año su l.p. Homenaje flamenco a Miguel Hernández. Con anterioridad Paco Rabal ya había grabado en disco un recital con buena parte de los poemas de El rayo que no cesa. Por tanto hay que señalar que en la década de los sesenta Miguel Hernández no era un poeta desconocido. Al igual que Antonio Machado, –al margen de los cantantes– sus versos gozaban de cierta popularidad entre una juventud que se emocionaba con sueños de libertad al recitar muchos de sus poemas, aprendidos de memoria, como nuevos juglares para un tiempo umbrío por la pena, casi bruno.

Dos álbumes míticos
Sin embargo hay que reconocer la meritoria labor de Serrat que a finales de la década de los sesenta, dedicó todo un magnífico elepé a don Antonio Machado, conteniendo doce temas, con arreglos y dirección de Ricard Miralles, dos de ellos cedidos por Alberto Cortez. Tras aquel rotundo éxito, tres años más tarde repitió la operación con Miguel Hernández en un nuevo álbum con diez poemas, en esta ocasión con arreglos y dirección de Francesc Burrull, y de nuevo uno de ellos con arreglos de Cortez. Dos álbumes, que no sólo configuran la cimentación más sólida de la extensa y algunas veces irregular discografía de Serrat, sino que se han convertido en elementos legendarios, iconos de una época ya muy lejana en que una inmensa mayoría alcanzaron a conocer la fuerza y belleza de dos de nuestros mejores poetas, a través de una voz entrañable que generosamente nos ha seguido acompañado durante todos estos años.

La estela de una voz y un poeta
Aquel álbum de 1972 dedicado a Miguel Hernández, oído hoy, aún sigue produciendo la misma emoción. La fuerza de sus versos y la apasionada limpieza de aquella voz tan personal, han dejado, a lo largo del camino, una estela de poemas hernandianos musicados y cantados con mayor o menor fortuna. Luis Pastor, Los Lobos, Soledad Bravo, Joan Baez, Jarcha, Amancio Prada, Jorge Cafrune, Adolfo Celdrán, Mocedades, Silvio Rodríguez, Olga Manzano y Manuel Picón, Caco Senante, Camarón, Diego Carrasco, Nana Mouskouri, Lole y Manuel, Manolo Escobar, La Barbería del Sur, Manuel Gerena, Eliseo Parra, Manolo García, Calixto Sánchez y Pata Negra, entre otros muchos, se han sentido atraídos en alguna ocasión por los contundentes versos del poeta de Orihuela. Ahora nos tememos lo peor, que los incensiarios que se ponen en marcha desaforadamente cuando los calendarios descubren los números redondos, nos vuelvan a traer, a pie forzado, muchas de aquellas melodías que es preferible sigan durmiendo un merecido olvido. El poeta, puro e íntegro, siempre nos aguardará entre las páginas vibrantes de sus libros.

38 años después
Valor y riesgo del cantante de Poble Sec al ser capaz de querer reencontrarse con el poeta, treinta y ocho años más tarde. Demasiado riesgo supone acometer una empresa de esta envergadura. El tiempo no perdona e irremisiblemente desgasta la voz y la fuerza rebelde y entusiasta de un añorado pasado. Se puede alcanzar de nuevo al poeta, a través de esa admiración sosegada y enriquecida por los años, que nadie duda en Serrat. Se pueden redescubrir poemas en los que en anteriores lecturas no recalamos lo suficiente, e incluso reinterpretar los de siempre, pero tenemos que contar con la desventaja de que Miguel Hernández, ha vencido y sobrevivido a ese tiempo que segaron bajo sus pies precipitadamente, mientras que nosotros y el cantante nos hemos ido desgastando, a nuestro pesar, durante estas fugaces cuatro décadas repletas de desencantos.

Con el detenimiento y la admiración de siempre, pero...
Disquisiciones poco optimistas, que tal vez perjudiquen a un análisis sereno de su contenido, hilvanadas al tiempo que oímos, los trece temas-poemas de este nuevo disco dedicado a Miguel Hernández. Escuchado con el detenimiento y la admiración que siempre hemos profesado hacia Serrat. La selección nos parece impecable, amplia en su temática y perfecta como modélica síntesis de la trayectoria del poeta. Sin embargo la ejecución y producción se nos embarranca en los mismos defectos que ya habíamos detectado en sus últimos trabajos. Una peligrosa uniformidad, con pocas sorpresas, que nos remite a aquel irregular álbum en castellano, De cuando estuve loco y a su algo más logrado SerratMô en catalán. La voz, acogedora, como siempre, con la inevitable solera de los años. Sin embargo los arreglos, repetitivos, con sospechosas semejanzas a muchas canciones de los últimos discos. Las letras salvan el producto, aparte de algún que otro pellizquito de emoción que nos evoca aquel vigor de otro tiempo. A destacar la Canción del esposo soldado, el optimismo cálido de La palmera levantina, el bellísimo poema de amor dedicado a Josefina, Tus cartas son un vino y la desolada miseria que encierra Las abarcas desiertas.

La recomendación: Siempre nos quedará el otro
Respetable el esfuerzo del cantante por querer regresar al poeta. Discutibles estos forzados oportunismos que surgen con los números redondos en los calendarios. Por eso, no olvidemos que siempre nos quedará el otro, aquel elepé de 1972 que contenía toda la fuerza y el ímpetu del poeta. No olvidar tampoco que Serrat es el autor de otros dos álbumes legendarios, los dedicados a Antonio Machado y al poeta catalán Joan Salvat Papasseit. Pero sobre todo recordar, ante tanto barullo mediático, que el genuino Miguel Hernández permanece en las estanterías de bibliotecas y librerías.



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