viernes, julio 30, 2010

Prohibido prohibir


Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat y Miguel Bosé viendo torear a su amigo José Tomás

Sabina, Aute, Calamaro y Serrat a favor de las corridas de toros

Prohibido prohibir


Este pasado miércoles el Parlamento de Cataluña ha prohibido en un pleno histórico las corridas de toros. Esta ha sido la tercera noticia más consultada esta semana a nivel mundial y es lógico que el mundo de la trova haya tomado partido.


30/07/2010

Me gustaría que hubieran visto la cara de aquella chica de la asociación Prou (Basta) cuando me pidió la firma para la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) para pedir al Parlamento catalán la abolición de las corridas de toros y le di mi tajante negativa. Supongo que ella creía que alguien como yo se lanzaría hacia el impreso como un sediento al manantial.

Ciertamente nunca me han gustado las corridas de toros. Nunca he entendido como la sangre, la tortura y la muerte pueden elevarse a la categoría de arte o de fiesta. Por si fuera poco, por culpa de los toros, mis promedios en el Trivial bajaban por culpa de no saber —ni falta que me hacía— cómo se llamaba el toro que mató a Manolete o en qué plaza tomó la alternativa Manuel Benítez "El Cordobés".

Recuerdo todavía la cara de estupor de mi hijo cuando un día —tenía seis años— prendió la televisión en horario infantil y vio por primera vez una corrida de toros, concretamente le estaban clavando las banderillas a un toro, y corrió a buscarme para encontrar respuestas a un acto tan atroz. Yo —padre responsable— en lugar de ocultarle la cruda realidad de la vida, decidí ver el resto de la "faena" con él para intentar explicarle lo que estaba viendo. Fracasé. ¿Cómo podía yo, pobre de mí, ya no justificarle sino intentar interpretar qué era aquello? Me hubiera sido mucho más fácil explicarle otro tipo de corridas, tradicionalmente no aptas para el horario infantil.

¿Cómo entender entonces mi negativa a la firma? Por edad no viví el mayo francés, pero me siento hijo putativo de sus enseñanzas. Siempre me ha seducido aquello de "la imaginación al poder" y el "prohibido prohibir". Por eso le dije a mi joven interlocutora que yo ya había vivido en una época donde todo estaba prohibido y no quería volver a ella.

Finalmente, sin mi firma, la asociación Prou logró reunir 180.000 firmas válidas y el miércoles, después de seis meses de debate, el Parlamento catalán votó por mayoría absoluta, abolir las corridas de toros en Cataluña.

Como no puede ser de otra forma en cualquier tema terrenal o divino, el mundo de la trova ha tomado partido al respecto.

Los trovadores antitaurinos han mantenido un silencio discreto. "Mi opinión respecto a la vida, la muerte y la tortura ya la doy en mis canciones", me confesaba hace poco un conocido trovador.

En cambio los protaurinos no se han mordido la lengua.

Joaquín Sabina, locuaz como siempre, dijo "El que no quiera ir a los toros, que no vaya. Y que se dejen de tocarnos los cojones, que hay cosas más importantes". Y en su sorna habitual añadió "Si yo fuera animal, me gustaría ser toro de lidia: a ninguno se lo respeta más. Ninguno está mejor tratado. Y además, tiene la posibilidad de que lo indulten y pasarse toda la vida follando vacas sin parar". Una vez conocida la decisión del Parlamento, se ha mostrado todavía más contundente: "Me parece un tremendo error. Con la prohibición se prescinde de muchos siglos de patrimonio cultural. Es una catetez hecha por políticos ignorantes".

Luis Eduardo Aute, trascendental ha dicho "¿Prohibir una manifestación cultural? eso es una barbaridad y, además, un ataque a la libertad de expresión en el ámbito del arte, de la cultura" y se justifica con unos argumentos muy poéticos pero —discúlpeme el trovador— poco creíbles y consistentes: "En cuanto al tema del sufrimiento del toro, de su tortura y muerte, ningún aficionado va a las corridas por sadismo, a ver sangre. Todo lo contrario. Espera y desea ver una faena limpia, lo menos dolorosa posible para toro y torero. A pesar de lo que arguyen los detractores de la Lidia, ese aficionado va en busca de magia, de belleza, de eso que llaman 'instante que detiene el tiempo'; una emoción difícilmente explicable pero que hasta el más lego en la materia, también experimenta".

Andrés Calamaro aprovechó un famoso late show español para hacer un verdadero manifiesto apologista: "Con solemnidad y no sin cierto pesar, renuncio con el estado televidente español de testigo a mi status de progre, sospechado de rojo y libre pensador. Renuncio a la progresía porque quiero corridas en Cataluña, quiero correrme en una Fiesta de arte y muerte, verte correrte de buena suerte" y terminó diciendo "hago bulto por la libertad de culto y si prohibir es progesía y el progre es rabioso antirojo, mi antojo es renunciar al progresismo ahora mismo. ¡Toros sí, toros sí!".

Joan Manuel Serrat —como siempre, como no podía ser de otra manera— ha sido el que se ha mostrado —a mi parecer— más lúcido y temperado. Dice abiertamente "yo no soy taurino" pero que va a las corridas porque tiene muchos amigos toreros. Serrat tampoco entiende la prohibición porque además "La Fiesta" en Cataluña es hoy residual y se hubiera muerto igualmente de muerte natural.

Como siempre, como no podía ser de otra manera, a Serrat no le falta razón. Efectivamente en Cataluña queda una única plaza de toros en activo, La Monumental, que en los escasos domingos de corridas de toros, se llenaba de turistas ávidos del typical spanish y de la fotografía en las gradas para dar envidia a la cuñada que este año no había podido viajar. Apenas cuatrocientos abonados, la mayoría de una cierta edad, la desaparición de los cuales habría firmado el certificado de defunción en muy pocos años de "La Fiesta". La crónica de la muerte anunciada de las peores tradiciones de una civilización por civilizar.

Cataluña no es la primera Comunidad Autónoma donde se prohíben las corridas de toros. La primera fue Canarias hace diecinueve años. Pero desafortunadamente para ellos —y para nosotros que nos perdemos todo aquello de bueno que tienen, que es mucho— lo que pasa en Canarias no le importa a nadie. En cambio lo que pasa en Cataluña —intereses electorales que ahora no vienen al caso— sí interesa.

Y el PP, la derecha nacionalista española, se ha apresurado a defender el perverso argumento de que esa votación no era contra las corridas, sino contra todo aquello que "huela" a español, sin querer darse cuenta que si el debate no fuera "toros sí-toros no", sino "España sí-España no" entonces, estarían reconociendo que la mayoría absoluta del Parlamento catalán es independentista y por ende, el pueblo al que representa.

Como no tienen otros argumentos, o simplemente no los precisan, ya ha anunciado que presentarán en el Parlamento español y en el Senado, una propuesta de ley que dejaría sin efecto la decisión del Parlamento catalán. No sea que sus argumentos vayan a ser más ciertos que perversos.


Xavier Pintanel
Director de CANCIONEROS.COM



Información http://www.cancioneros.com/

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