lunes, febrero 21, 2011

Guerra, jacarandas y poesía


Guerra, jacarandas y poesía

Rafael Cardona
Opinión 2011-02-21

La pobreza carcelaria y el acoso y el abandono y la muerte, la vida de Miguel Hernández, tan llena de dolor y cabras por el cerro; de infancia sin gozo y sin juguete, es también un homenaje a la supervivencia

La tarde llegó despacio y se sentó en el patio. Desparramó las últimas luces mortecinas de su calma y fue a meterse a un rincón de la Ciudad Universitaria donde fueron alzadas columnas de hierro con cables, luces y bocinas para formar un escenario, una larga tarima musical con luces violáceas y pantallas coloridas; un collage de luces y de sombras.

La facultad de Química montó un escenario acogedor, cálido, con sillas en orden con una fórmula infalible: anochecer de jacarandas en tímida floración; un piano mágico, la joven con un violín de ensueño y un cantante con poemas musicales.

Y todo eso para decirle no a la guerra, no a la violencia corrosiva, el crimen despiadado; a la metralla y la granada. “No más sangre”, gritó un entusiasta como si en ello le fuera la vida.

Pero era en verdad tarde para la música y la poesía, así los versos de Miguel Hernández no importa si los canta Joan Manuel Serrat o los leemos en la íntima soledad, suenen siempre a látigo y cadena, a dolor, a tierra seca y dura.

“Barro me llamo aunque Miguel me llame....”

Sin embargo y a pesar de su biografía, de la pobreza carcelaria y el acoso y el abandono y la muerte, la vida de Hernández, tan llena de dolor y cabras por el cerro; de infancia sin gozo y sin juguete, es también un homenaje a la supervivencia. Su propia muerte encarcelada quizá fue útil para ver cómo otros después pudieron vivir de otro modo, en plena libertad, en gozo completo de la risa y la dicha; la música y el viento, la brisa del mar, los libros, las escuelas.

“El hambre es el primero de los conocimientos:/tener hambre es la cosa primera que se aprende. / Y la ferocidad de nuestros sentimientos, / allá donde el estómago se origina, se enciende”. Así nos lo advierte el poeta y así lo canta Serrat, quien ha hecho un montaje escénico simple y hondo, mismas características del homenaje al cual lo someten las autoridades universitarias; el rector José Narro y el director de la facultad de Química, Eduardo Bárzana, quienes le entregan antes de la música sendas medallas conmemorativas de los aniversarios escolar y universitario.

En el patio vuelto auditorio, con la acústica del graderío improvisado y el templete y el follaje nocturno y el aire libre, todo parece ser vibración de otro tiempo. Evocan un recital de hace 40 años en el Auditorio Justo Sierra donde cantó JMS en sus comienzos. No fue esa por cierto su primera presentación en México, ésta ocurrió, como todos sabemos, en la Sala Chopin, pero eso es lo de menos.

Lo de más es esta muestra de sensibilidad de los tres mil o más asistentes quienes en el silencio absoluto —excepto un par de gritos pacifistas y un profundo y admirativo “¡Ayayay!—, podrían haberse hecho todos estas mismas preguntas:

—¿En cual país estoy viviendo? ¿En éste donde la noche se inclina para escuchar canciones, o en aquél otro terrible, de cuyos pormenores nos vamos a enterar cuando se rompa este hechizo?

Por ejemplo:

“El secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, aseguró...:

“Vendrán tiempos mejores, momentos difíciles, circunstancias inéditas, no lo sabemos, pero lo que venga habrá de encontrar a México con unas Fuerzas Armadas leales, preparadas y prestas para servir”.

Durante la conmemoración del XCVIII aniversario del Día del Ejército, efectuada en la Octava Zona Militar de la ciudad tamaulipeca de Reynosa, el general Galván indicó:

“Pese al luto y tribulación” que se han derivado de la cruzada contra el crimen, los militares siguen en ella “con ímpetu redoblado, con mejor moral y persuadidos de los objetivos que se persiguen”.

—¿De veras escuchar esto tiene sentido, se remedia algo con la cultura?

“Tanto dolor se agrupa en mi costado/que por doler me duele hasta el aliento. /Un manotazo duro, un golpe helado,/un hachazo invisible y homicida,/un empujón brutal te ha derribado./No hay extensión más grande que mi herida,/ lloro mi desventura y sus conjuntos/y siento más tu muerte que mi vida”.

Pero mientras esa duda zumba como mosco inoportuno, Ricardo Miralles convierte las sílabas en notas y las hace danzar en teclado de su piano mágico; Marta Roca desliza sabia el arco sobre las cuerdas de su violín y Vicente Climent los arropa con sus armonías.

—¿Podrá la cultura contra esta cabrona violencia?

—No. Nunca preguntes así. Pregúntalo de otra manera:

—¿Podrá esta violencia contra la cultura?

Como sea, “por una noche se olvidó que cada uno es cada cual”. Afuera, sigue la guerra. Como dijo Monsieur Verdoux (la cita es de JMS): “matar a un hombre es un asesinato: matar millones es patriotismo...”

“...Horas de violencia se vivieron en el país con un saldo de 41 muertos registrados en Nuevo León, Chihuahua, Sinaloa, Colima y Guerrero. La madrugada de ayer, en la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León, y en Acapulco, Guerrero, balaceras dejaron ocho muertos en el primer caso y nueve en el segundo.

“En el puerto turístico sureño cuatro enfrentamientos se dieron entre grupos armados y del saldo final, cuatro muertos eran taxistas. Ahí, comandos armados transitaron por al menos nueve colonias disparando y quemando varios automóviles...”.

racarsa@hotmail.com




Información http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=561869

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