Comiendo en memoria
Elena Pita Barcelona
Actualizado viernes 11/03/2011
Sigue pareciéndome emocionante la capacidad de sorpresa de esta ciudad, Barcelona.
Son apenas unas manzanas enmarcadas entre la imponente Fira (que no la arregla ni Richard Rogers), el feísmo del Paral·lel (veremos si lo arreglan los hermanos Adrià) y la majestuosidad de Montjuïc (que también tiene un algo de feria de muestras). Poble Sec, el barrio/pueblo que el noi Joan Manuel (Serrat) hizo universal, y que a lo largo del tiempo ha sabido conservar feliz su intrahistoria.
La abuela de Esther era de la calle Rosal de toda la vida, y su hermano tenía el estudio de diseño en la de Tapioles, Feriche Black; de modo que ella, entre abuela y hermano, frecuentaba el 'poble' y paraba a veces en una esquina de su memoria, inmortalizada en no pocas películas de cine: el Sortidor, bar de 1908. De uno de estos rodajes ha quedado ahí colgado un letrero de calle, 'Rue Perdue', y es hoy el local más 'bistrot' que nunca. Tiene un siglo de vida "al servicio de la ciudad", según se cuenta en otra placa, colgada ésta por el Ayuntamiento. Cien años que empezaron sirviendo barras de hielo a las casas, cuando la nevera doméstica era una fantasía: su congelador de puertas de madera hermética es hoy depósito de botellas.
"Abrir la persiana del Sortidor es como subir el telón", dice FericheContinuaron con la 'oliveta' (vermú) con anchoas, y finalmente fueron a caer en manos de un italiano con cierto desgaire, y ella, Esther, entre Rosal y Tapioles, que paraba y temía, 'ay', que un día vienen y se cargan la memoria, si alguien con más ganas le sacara brillo a este bar-con-vivienda (pequeña casa de muñecas en la trastienda o doble techo del local). Y como la vida es una tela de araña de hilos escrupulosamente interconectados, corrió el rumor de que aquello se traspasaba y soñó la mujer con restaurar la memoria, como su hermano diseñador acabara de hacer en Les Corts (otra esquina del tiempo, y una torre con jardín que hoy es el bar Fragments).
Flores de calabacín 'farcidas', ventresca tierna de atún maridada con aroma de berenjena de gusto a tabaco y dulcificada con aire de soja, manufactura de tiramisú, etcétera. Porque en esta interconexión que es la vida, tal que tela de araña, no hay nada que no se solucione comiendo, hasta la pena de un duelo, o sea el festín de los entierros.
Ésta era la tradición familiar que Esther Feriche llevaba, poco más, y descubrió en la restauración (del estómago, de la memoria a través de los sentidos), una suerte de arte dramático: "abrir la persiana (del Sortidor) es como subir el telón: abres y das tu función": las bravas, personalizadas.
La belleza natural de la ciudad son los niños y las plazasTanta o más historia tiene la plaza, donde hasta hace medio siglo se surtían de agua las casas sin traída; pero la fuente se la llevaron porque cuentan que un niño murió ahogado en su líquido potable: la llevaron para Montjuïc y en su lugar socavaron un parking privado. Lo permitió la misma normativa que impide extender el delicioso 'bristot' a la acera: apenas los fumadores se congelan de invierno en un discreto velador con rosa y cenicero. En verano, a modo de quiosco modernista, se desgajan los paneles de vidrieras para que el aire corra, un sí es no es terracita.
Barcelona se repuebla paliando como puede los estragos inmobiliarios, con fantasía e imaginación inmigrantes. Un árabe me indica dónde aparcar el coche en catalán con acento de Tánger, europeos de aire rubicundo, niños asiáticos juegan en las plazas, que son la belleza natural de la ciudad, los niños y las plazas. Los pakis recogen el plástico, reciclan el cartón, y ahí vamos, que conviene que la vida persista.
Si tuviera espacio les contaría de bares y comedores vecinos, como el Luki, antigua peluquería con vivienda que aún se lee en su dintel, para una cena romántica. Y un sin parar hasta llegar al Paral·lel: la función de los días y sus noches.
Imagen e información http://www.elmundo.es/elmundo/
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